| Mínimo 9: Arte y Resistencia
Por Gabriela A. Piñero
 
 
La toma de conciencia acerca de la ineficacia de los 
          canales políticos tradicionales, provocó que muchos sectores 
          de la sociedad buscasen nuevas formas de participación, lo que 
          trajo aparejado una modificación de las prácticas políticas. 
          Entre las nuevas formas surgidas encontramos la puesta en escena de 
          recursos estéticos como soportes de prácticas sociales. 
          En estas nuevas producciones político-estéticas, observamos 
          una lucha por la apropiación del capital simbólico que 
          se da a partir de la construcción de un nuevo "sentido" 
          que cristaliza en determinadas prácticas creando redes de solidaridad 
          que conforman nuevas identidades. Pero en esta lucha por el capital 
          simbólico, tal como afirma Alberto Moreiras , más que 
          una lucha entre sentidos ideológicos opuestos encontramos una 
          lucha por el establecimiento, o reestablecimiento, de la posibilidad 
          misma de sentido. De este modo, al intentar un análisis de los nuevos movimientos 
          sociales urbanos, es necesario que, tal como afirma Alberto Melucci 
          , entendamos a estos movimientos como signos más que como entidades 
          objetivas:
Estos "movimientos" revelan conflictos respecto 
          de los códigos -los reguladores formales del conocimiento- y 
          los lenguajes que organizan nuestros procesos de aprendizaje y nuestras 
          relaciones sociales. (...)...los "movimientos ya no operan como personajes sino como signos. 
          Operan como signos en el sentido que traducen su acción en desafíos 
          simbólicos que desequilibran los códigos culturales dominantes 
          y revelan su irracionalidad y parcialidad...
Y quienes participan de este desafío simbólico 
          son cada vez más: a la experiencia de los escraches como construcción 
          de un dispositivo de denuncia y de justicia paralela , podemos sumar 
          la actividad de diversos colectivos artísticos que, empleando 
          el lenguaje visual como medio principal de expresión y comunicación, 
          se solidarizan con -o se sienten parte de- diversas luchas populares 
          y definen su práctica artística a partir de su compromiso 
          y toma de posición con respecto al régimen imperante.En este trabajo, mi objetivo es ofrecer un análisis aproximativo 
          a ciertas intervenciones realizadas por el grupo de arte Mínimo 
          9 a través de una lectura que permita pensar los cruces entre 
          ciertas expresiones estéticas y los nuevos movimientos sociales 
          y la apelación a la memoria como punto de partida de una actividad 
          de denuncia y crítica al sistema actual. Por otra parte, en este 
          acercamiento observaremos como, sus diversas acciones e intervenciones, 
          su forma de organización y trabajo, además de sus intercambios 
          con otros movimientos sociales, definen nuevas identidades dinámicas 
          y transitorias que se construyen y representan a partir de ciertas prácticas 
          que se transforman en nuevas formas de resistencia y de hacer política 
          a la vez que ofrecen otra propuesta de participación.
Memoria y Denuncia
Este grupo se formó en agosto del 2001 en torno 
          a un curso de mural dictado en la Universidad de Madres y tuvo un intento 
          de disolución hacia finales del 2002 si bien en fechas posteriores 
          volvieron a trabajar conjuntamente. El número de sus integrantes 
          fue variando entre cinco o seis. En este momento, con la partida de 
          uno de sus integrantes hacia el exterior, si bien podríamos pensar 
          en una disolución definitiva, tal vez también podríamos 
          pensar en una ampliación de sus fronteras, los contactos siguen 
          así como el interés en continuar su trabajo y reflexión.
 Sus diversas acciones se definen por recurrir a hechos y símbolos 
          de nuestra historia nacional y trabajar sobre ellos, repensarlos y ofrecer 
          una mirada personal acerca de lo que ellos narran, remarcar lo subjetivo 
          y plural contra lo hegemónico. Por otra parte, los momentos elegidos 
          en torno a los cuales nos llevan a reflexionar definen nuestra historia 
          como un relato lleno de heridas, de momentos traumáticos que 
          entran en tensión con el relato oficial que ejecuta reiteradas 
          operaciones de borradura y silenciamiento.
 A esta conciencia de una política de control ejercida en todos 
          los ámbitos responde su elección del espacio urbano como 
          espacio privilegiado de acción: si bien la calle es el espacio 
          público por excelencia que todos transitamos, el espacio donde 
          nos encontramos y salimos a protestar, también, paradójicamente, 
          es un espacio de control y comunicación, de comunicación 
          de un mensaje oficial que Mínimo 9 intenta subvertir, o al menos 
          rescribir.
 Por otra parte, su participación en marchas populares explicita 
          su actitud de denuncia a la vez que establece vínculos con otros 
          movimientos sociales u organizaciones de derechos humanos. Estas diversas 
          voces unidas en un lugar común, buscan construir un relato paralelo 
          que intervenga en la conciencia social no de manera autoritaria sino 
          a modo de diálogo en el cual la historia sea constantemente reformulada 
          y rescrita por todos.
 Se plantea aquí la cuestión trabajada por Vezzeti acerca 
          de quienes construyen y sostienen la memoria colectiva y por tanto la 
          de las formas y la eficacia de esa construcción de un pasado 
          en los sujetos de la acción social.
.. el problema de la memoria social del terrorismo estatal 
          y la violencia en la argentina, exige destacar, ante todo, la cuestión 
          de los actores, la de quienes se hacen cargo de las acciones y las iniciativas 
          que operan sobre un horizonte de sentidos, en la construcción 
          y apropiación de esa experiencia. En este sentido, en Mínimo 9 encontramos una clara 
          conciencia de esto y la voluntad de trabajar en torno al imaginario 
          colectivo efectuando, como afirma Vezzeti, operaciones sobre el saber 
          y la memoria al reactualizar y recordar conflictos sucedidos que obligan 
          a que permanezcan en la memoria y en el recuerdo de todos. La convicción 
          del grupo de que La memoria no es solamente una reafirmación 
          del pasado sino un lugar de construcción del presente plantea 
          la defensa de una memoria activa, de ..tumultuosas reinterpretaciones 
          del pasado que mantienen el recuerdo de la historia abierto a una incesante 
          pugna de lecturas y sentidos en contraposición de la concepción 
          de una memoria que se limite a reproducir los hechos sin ningún 
          tipo de elaboración y reflexión. Accionar, asumirnos como protagonistas no como espectadores 
          para poder cambiar esta "mala cosecha". Espantar la guerra 
          para finalmente poder cosechar la paz. Sacudir en una ceremonia de arte, 
          el horror de la violencia instituida como método de solución 
          de los conflictos humanos. Era la consigna de una acción desarrollada 
          el 8 de Diciembre del 2001 en el Parque Ecológico Hudson. Como observamos, el mensaje no estaba dirigido a ningún 
          sujeto o episodio en particular, hablaba en general de una situación 
          compartida. La elección del Parque ecológico Hudson como 
          escenario de acción nos habla de un ámbito ambiguo sin 
          la carga simbólica que luego habrá de tener la elección 
          de otros espacios. Por otra parte, se está apelando a una participación 
          activa y colectiva. Este rasgo de no ofrecer obras cerradas sino de 
          buscar la participación y compleción del espectador es 
          una característica compartida por muchos de los grupos que intervienen 
          en el espacio público y en parte se debe, tanto a una concepción 
          no tradicional del arte -arte como algo colectivo y anónimo- 
          como a un intento de establecer redes y vínculos de comunicación 
          y solidaridad entre todos los integrantes de la comunidad. En este sentido, es ilustrativa la intervención realizada el 
          1º de mayo del 2002 en el marco de la marcha por el día 
          del trabajo. En esta ocasión se reunieron frente al Cabildo y 
          en sus paredes hicieron un gran mural en el cual estaba escrita la palabra 
          TRABAJO sobre un collage de fondo elaborado a partir de fragmentos de 
          diarios, diversas imágenes y papeles en los cuales aparecía 
          la palabra BASTA. Si bien los impulsores de esta intervención 
          fueron los integrantes de Mínimo 9, en determinado momento la 
          construcción de la obra se amplió a otras personas a quienes 
          se invitaron a participar y completar la acción. Estas acciones 
          son experimentadas como la puesta en escena de conflictos sociales. 
          La apropiación del espacio urbano en general y de determinados 
          íconos nacionales en particular como estrategia de comunicación 
          provoca una resignificación del ámbito cotidiano y una 
          inversión de los códigos y discursos dominantes.
 Esta apropiación del espacio urbano se efectúa a través 
          de marcas efímeras que por unas horas, a lo suma un par de días, 
          alteran la fisonomía de la ciudad y redefinen las superficies 
          en la que se inscriben. Si bien luego son borradas, dejan una huella 
          perdurable en la memoria de quienes, por un instante, fueron testigos 
          de cómo el significado unívoco que estas realidades transmiten 
          puede ser transformado o anulado en función de nuevas necesidades 
          surgidas de un nuevo contexto social que momento a momento se esta redefiniendo.
Volviendo a la intervención realizada en el Parque 
          Hudson, ésta estaba planteada en dos etapas: en la primera, 100 
          espantajos serían plantados en el campo, ...campo de reflexión 
          y contemplación , luego, en un segundo momento, estos espantajos 
          serían intervenidos por diversos artistas plásticos y 
          llevados a diversos sitios de la ciudad.Como podemos ver, la primera etapa -concebida como instalación 
          ya que consistió solamente disponer los espantajos en el espacio 
          y ocuparlo- está pensada más bien como reflexión 
          en torno una realidad común. Si bien ya aquí encontramos 
          la denuncia del horror de la violencia instituida como método 
          de solución de los conflictos humanos, el mensaje es abierto 
          y no puede determinarse quien es el destinatario del mismo.
 Esto cambia en la segunda etapa . El 25 de mayo del 2002 estos espantajos, 
          enormes telas blancas, fueron llevados al Congreso. Allí, donde 
          ya dos de ellos fueron intervenidos, uno cubierto con una enorme superficie 
          reflectante y otro pintado de negro, la acción estaba pensada 
          más como una performance ya que luego de ocupar la plaza con 
          los espantajos, se invitaba a las personas presentes a tomarlos y a 
          marchar hacia el Congreso para dejarlos allí. El hecho de apropiarse, 
          de tomar, estos enormes símbolos de denuncia y marchar con ellos, 
          provocaba que tanto el emisor como el destinatario del mensaje adquieran 
          más fuerza gracias a su presencia física, y que por tanto 
          la denuncia se hiciese más explícita y potente.
El grado mayor de denuncia y toma de posición 
          que encontramos en acciones tales como el mural elaborado en el Cabildo 
          o la presencia de los espantajos en el Congreso, se relacionan con el 
          giro que el grupo experimentó a partir de los acontecimientos 
          del 19 y 20 de Diciembre del 2001.Según lo que ellos relatan tras esta fecha ciertas modalidades 
          cambiaron. La necesidad de expresar su repudio ante tales episodios 
          los llevó a preferir los espacios de las marchas o aquellos cargados 
          de un significado conflictivo. De este modo, como homenaje a los muertos 
          en Diciembre, plantearon una acción en la que nuevamente se recurría 
          a la memoria como forma de dar nueva luz a lo acontecido y de marcar 
          los constantes episodios de represión sufridos por los argentinos. 
          Ya la elección del espacio actuaba como disparador: partiendo 
          del recuerdo de una represión a trabajadores ocurrida en 1919 
          en la que hubo cuatro muertos, se eligieron los restos de los talleres 
          Vasena en la plaza Martín Fierro. La acción se desarrolló 
          el 12 de Enero del 2002 y consistió en el despliegue a lo largo 
          del espacio de afiches en los que, además de aparecer la palabra 
          Basta, se presentaban denuncias contra el régimen liberal. También 
          había espantajos que habrían de convertirse en un elemento 
          constante de su vocabulario.
 El impacto era no solamente visual sino que también se articulaba 
          con la información brindada a través de afiches. De esta 
          manera, la atención del espectador de ahora en más no 
          se buscaría solamente a través de lo visual sino que su 
          producción visual estaría acompañada por lo escrito, 
          sea a través de afiches, de volantes incorporados en su obra 
          o de simples palabras.
En este sentido es interesante señalar la importancia 
          que lo local adquiere en estas producciones, los hechos ocurridos determinan 
          en gran medida las obras. Lo nacional, en cambio, es relegado a un segundo 
          plano por identificarse en gran medida con el discurso oficial. De esta 
          forma, observamos que las redes de solidaridad se establecen con grupos 
          o movimientos sociales que, más que compartir una identidad nacional, 
          se unen a través de los reclamos y demandas sociales. Tras estas 
          redes de solidaridad y apoyo reside la fuerte convicción de que 
          la cultura es algo públicamente construido. ( ampliar tema identidad)Su forma de organización es horizontal y autogestionada, 
          todos los integrantes participan por igual tanto en la elección 
          de espacios como en lo concerniente a las obras. La ausencia de un programa 
          que establezca un discurso dominante nos habla de un sujeto fragmentado, 
          de identidades dinámicas y transitorias que se construyen y representan 
          a partir de ciertas prácticas que se constituyen como una nueva 
          forma de hacer política. Por otra parte, y a pesar de su compromiso, no hay una renuncia al empleo 
          del medio artístico como dispositivo de comunicación. 
          Las viejas técnicas de composición y montaje son empleadas 
          con un fin diverso al tradicional: afirman un nuevo sentido de la política 
          y la militancia. Este hecho determina que en sus intervenciones - acciones 
          el elemento estético adquiera un rol semejante al mensaje de 
          protesta que se quiere expresar y que sea a través del lenguaje 
          visual que se articulen las diversas demandas apelando a una iconografía 
          vinculada a una historia y memoria popular nacional (el Cabildo, el 
          Congreso, el celeste y blanco de la bandera, los pañuelos de 
          las Madres de Plaza de Mayo, etc.). De este modo, tal como afirma Claudio 
          Lobeto, Lo comunicacional, lo político y lo estético se 
          constituyen como partes integrantes de un complejo más amplio.
La acción presentada el 9 de Julio para la marcha 
          por el día de la independencia resulta interesante en dos sentidos: 
          por un lado, nos permite observar cómo el proceso de construcción 
          de la obra se ve influido por los acontecimientos, y por otro, nos ilustra 
          acerca del modo a través del cual se logra conjugar en un todo 
          armónico tanto lo artístico, lo comunicacional y lo político.
 En un primer momento estaba la idea de hacer un mural sobre las rejas 
          del obelisco y trabajar con ironía la idea de Duhalde acerca 
          de la fiesta por el fin de la recesión.
 Luego la idea se modificó a raíz de dos factores, por 
          un lado la incertidumbre acerca del accionar de la policía y 
          el devenir de la marcha les hizo pensar que tal vez resultase peligroso 
          quedarse fijos en un lugar, por otro, las muertes de Darío Santillán 
          y Maximiliano Kosteki los afectó demasiado como para jugar con 
          la idea de la ironía:
...pero lo de puente pueyrredón cambió 
          todo, ya no había lugar para ironías, que ironía 
          íbamos a hacer con la recesión si habían matado 
          a dos personas... Esto determinó que la realización final 
          fuese enteramente diferente a lo pensado en un primer momento. Fue entonces 
          que se decidió marchar con una especie de estandartes formados 
          por pañuelos de las madres, maniquíes mutilados y una 
          representación de la justicia, además de un gran espantajo 
          intervenido con la palabra BASTA.La acción se realizó en el espacio aéreo, camuflándose 
          entre la banderas y estandartes que conformaban la marcha y siguiendo 
          su ritmo.
 El impacto visual se produjo por la unificación de los estandartes 
          que compartían un mismo color y materiales.
 La referencia a los hechos ocurridos en Puente Puyrredón se daba 
          a través de la incorporación de un cartucho rojo como 
          los utilizados en la masacre. La utilización de los pañuelos 
          extendía una condena que incorporaba nuevos genocidas a los reclamos 
          de las Madres.
 Según ellos relatan ...salía todo sobre la marcha, se 
          iba discutiendo en el momento... apareció la idea de la justicia 
          como violada, maltratada, y después vimos que encerrando a estos 
          muñecos, y poniéndoles estos pañuelos que decían 
          cárcel a los genocidas también le estábamos dando 
          la significación que queríamos... lo que queríamos 
          era justicia.
 La ideas surgidas se iban discutiendo teniendo siempre presente la idea 
          de que ellos estaban emitiendo un mensaje, y que éste no podía 
          ofrecer una doble lectura muy contradictoria con la que querían 
          expresar. En este sentido el mensaje debía ser eficaz y claro 
          sin llegar a ser literal, si alguien podía interpretar algo más 
          mejor, la idea era no cerrar los posibles significados.
 En los diversos elementos incorporados a los estandartes encontramos 
          los mecanismos a los que nos referíamos anteriormente: el cartucho 
          aludía a las muertes ocurridas días atrás, sin 
          embargo, la ampliación de la condena a otras injusticias sufridas 
          se lograba a través de elemento visuales de gran poder simbólico 
          que actuaban como disparadores reactivando en el espectador la memoria 
          de otros momentos de nuestra historia en los habíamos sido víctimas 
          del mismo poder opresivo. Este recorte de hechos a denunciar y recordar, 
          implica una selección y toma de posición con respecto 
          a la totalidad de los acontecimientos que se nos ofrecen diariamente, 
          e implica una acción política en tanto denuncian codificaciones 
          de poder y nos hablan de las luchas y de los antagonismos en torno a 
          la definición de lo social.
El trabajo desarrollado en torno a la semana trágica en el 2002 
          fue repetido este año en el mismo lugar, la plaza Martín 
          Fierro. Esta vez, a las muertes de 1919 se sumaban las del 2001, 2002 
          y la traumática realidad por la cual los argentinos estamos atravesando. 
          Un cartel rezaba: "1919 - 2003 Semana Trágica / Argentina 
          Trágica". Así, el permanente recuerdo y cruce de 
          hechos que definen nuestra historia son abordados desde los márgenes 
          y trabajados a partir de lenguajes que no son los empleados en los relatos 
          oficiales y hegemónicos.
 Como afirma Nelly Richard, en la creación de nuevos lenguajes 
          para dan cuenta de nuevas realidades y voces que luchan por ser escuchadas 
          reside la posibilidad de cambio: no continuar apelando a la sintaxis 
          tradicional sino crear nuevos recorridos e interpretaciones, reunir 
          fragmentos desvalorizados por el relato oficial que permitan que, cada 
          uno desde nuestro lugar, definamos nuestra propia experiencia y ordenemos 
          nuestros recuerdos.
 Si consideramos que lo que hoy somos y la actitud que tenemos es el 
          resultado de la suma de todas nuestras experiencias y recuerdos, el 
          tema de la memoria es un tópico fundamental a tener en cuenta 
          en cualquier revisión crítica del pasado.
 La actividad emprendida por Mínimo 9 más otras tantas 
          experiencias llevadas a cabo por agrupaciones como Madres de Plaza de 
          Mayo, H.I.J.O.S., y otros grupos de arte, demuestran una voluntad activa 
          de rechazar cualquier política de olvido o perdón. Es 
          una utopía de cambio, de una cambio radical para que nuestra 
          historia, nuestra tradición y nuestros recuerdos no puedan ser 
          determinados y controlados.
 Dejar de ver las categorías de pasado, presente y futuro como 
          compartimentos estancos y comprender que ellos alcanzan su máximo 
          sentido si los interpretamos en nuestro hoy y ahora.
 En estas reconstrucciones es necesario que valoremos las múltiples 
          reinterpretaciones del pasado ya que ellas mantienen el recuerdo de 
          la historia abierto a una incesante pugna de lecturas y sentidos. Ya 
          no memoria, sino suma de memorias subjetivas.
 En este sentido, como señala Nelly Richard al trabajar el trauma 
          pos-dictatorial en Chile, defender los artificios del sentido (teatralizaciones, 
          escenificaciones) no solo burla el supuesto de la pobreza y simpleza 
          de lenguaje al que nos condena la política del dato objetivo 
          que únicamente cree en la verdad monorreferencial de los hechos. 
          También abre lo real a una multidimensionalidad cambiante de 
          juegos de formas y estratificaciones de lenguajes entre los cuales se 
          desliza lo inconcluso, lo fluctuante.
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